Arrancamos nuestra receta preparando el ingrediente principal de este plato: la quinoa blanca. Para ello, enjuagamos la quinoa en un escurridor con agua fría. En segundo lugar, ponemos una cacerola en el fuego con medio litro de agua, la quinoa y una cucharada sopera de sal.
Lo ponemos todo a fuego fuerte y, cuando veamos que empieza a hervir el agua, bajamos la temperatura del fuego y dejamos cocer durante 10 minutos. Luego dejamos reposar durante 5 minutos y ya estaría nuestra quinoa lista para comer. Pero, aún quedan varios pasos de esta receta antes de servir en la mesa.

De hecho, podemos aprovechar mientras se cuece la quinoa para ir preparando los siguientes ingredientes. Así, lavamos todas las verduras y pelamos la cebolla, la zanahoria y el calabacín. En el caso de este último es opcional pelarlo. Hay a quien le gusta con piel y a quien no. Cabe recordar que la piel presenta nutrientes y fibra, siendo una opción más saludable aún si optamos por dejar el calabacín con ella.

Una vez peladas y lavadas todas las verduras, vamos a cortarlas en dados pequeños. A continuación, ponemos una sartén con una cucharada de aceite en el fuego y, cuando esté caliente, añadimos la cebolla y sofreímos a temperatura media durante unos minutos, removiendo de manera continua. Seguidamente, echamos los pimientos, el calabacín y la zanahoria y seguimos sofriendo. Para que se pochen bien todos los ingredientes, podemos servirnos de una tapa.
Dejamos que se sofría todo bien durante unos 20 minutos, vigilando en todo momento que no se peguen las verduras a la sartén. Pasado este tiempo, con todos los ingredientes doraditos en la sartén, ponemos especias o hierbas provenzales al gusto e incorporamos la quinoa. Se remueve todo junto y se deja reservado aparte a la espera del último toque.

Es el turno de los huevos. Podemos hacerlos con dos técnicas: la tradicional o la libre de grasas. La primera opción sería con una gran cantidad de aceite muy caliente. Se echa el huevo y se fríe rápido, retirándose de la sartén con cuidado para que no lleve mucho aceite o se rompa. Se le añade un poco de sal por encima una vez sacado de la sartén.
La otra manera de cocinar el huevo sería sin aceite de la siguiente manera: primero, ponemos una sartén pequeña en el fuego y añadimos un poco de agua, de manera que se cubra el fondo de la sartén, y una pizca de sal; dejamos que el agua llegue a hervir y echamos el huevo; ponemos la tapa a la sartén y cuando veamos que está cocinado lo sacamos con una paleta para que no tenga mucha agua.

Sea cual sea el método utilizado, el huevo estará de la misma forma en nuestro plato de quinoa, el cual preparamos primero con la base de quinoa y verduras y el toque final del huevo frito encima. Sin duda, una opción deliciosa y llena de nutrientes que se puede preparar tanto para la comida como para la cena. Además, es sin gluten y sin lactosa y es apto para vegetarianos. Si quisiéramos una opción vegana, lo podemos hacer sin huevo.