La fideuá de marisco de la abuela tiene ese don especial que solo guardan las recetas transmitidas de generación en generación. El aroma del mar, el sabor profundo del caldo y la textura única de los fideos se combinan en un plato que nos transporta a las comidas familiares, donde el tiempo se detenía alrededor de la mesa. En SOS queremos rendir homenaje a esas recetas llenas de cariño y sabor, que nos recuerdan que la cocina es, ante todo, compartir. ¡Sigue leyendo esta receta y pon los cinco sentidos en la cocina, los vas a necesitar!
Antes de meterte en faena con esta deliciosa fideuá de marisco de la abuela, asegúrate de tener todo listo. Corta el rape a tamaño de un bocado, algo que a mí siempre me recuerda a esos bocatas de calamares del domingo. Luego, pica finamente esos ajitos y perejil que darán vida a nuestra salsa verde.
Para darle color al plato, corta los pimientos en brunoise, como si fueran pequeños destellos de sabor. Procura tener a mano el resto de los ingredientes; el vino blanco y las almejas están esperando su turno. ¡Prepara todo y siente como si estuvieras cocinando un día festivo!
Comenzamos calentando un chorrito de aceite de oliva virgen extra en una sartén grande. Añadimos esos jugosos trozos de rape y los langostinos pelados que nos miran desde el plato. Remueve suavemente, dejando que el color dorado conquiste la superficie de nuestros mariscos. Este paso comienza a despertar el sabor clásico de la fideuá de marisco de la abuela.
Cuando los veas doraditos, es momento de sacarlos para reservarlos. Aquí es donde empieza a oler como a domingo en casa, ¿lo sientes? Este pequeño toque no solo añade sabor, también es el preludio perfecto para lo que sigue. Confía, que el esfuerzo vale la pena al conseguir un plato principal tan sabroso en nuestra fideuada casera.
Volvamos a esa sartén como quien regresa a su rincón de confort culinario. Si el aceite se siente escaso, un chorrito extra de AOVE hará maravillas. Aquí, el ajo y el perejil picaditos danzan alegremente. No te despistes, que su paso es rápido. Integran los pimientos, que deben cocinarse lentamente, removiendo sin parar como si practicaras un mantra zen.
Con el fuego bajo, el pimentón entra en juego, y un poquito después, el vino blanco que alza el telón a una ebullición breve para evaporar el alcohol. La clave está en meneo constante, permitiendo que todos los sabores se abracen. Esta salsa verde será la chispa que encenderá nuestra fideuá de marisco de la abuela.
Vamos a darle un toque mágico a la fideuá de marisco de la abuela, usando nuestra fiel sartén. Echamos las almejas junto con un chorrito de ese vino blanco que nos queda y un poco de aceite de oliva. Lo tapamos y esperamos pacientemente a que las almejas se abran, como si de un espectáculo se tratara.
Una vez abiertas, las almejas están listas. Las retiramos del fuego y las reservamos para cuando toque incorporarlas. Este paso tan sencillo le da a nuestra receta tradicional un aire festivo y delicioso, como si estuvieras probando el mar en cada bocado. ¡Sigamos cocinando esta fideuá!
Llegó el momento de darle vida a nuestra fideuá de marisco de la abuela. En tu sartén principal, esa que te ha acompañado en tantas batallas culinarias, añade los fideos y mezcla con el sofrito. Es como un baile de sabores que promete, y además es un truco infalible para que los fideos absorban todo ese sabor maravilloso.
Ahora, con cuidado, vierte el caldo caliente y añade algunos trozos de rape y almejas. Guarda otros para esa fase final triunfal. Deja que todo se cueza a fuego medio, dejando que los aromas te transporten a un domingo en la casa de tu abuela. Ah, y no olvides que una buena fideuá es esa excusa perfecta para abrir un vinito mientras esperas.
Cuando la fideuá esté llamándote desde la sartén, es el momento de poner la guinda al pastel marino. Añade esos trocitos de rape y las almejas que habías reservado, junto con los langostinos. Déjalos que se tumban sobre los fideos un rato más mientras la magia culinaria termina de ocurrir.
En cuanto veas que los jugos se han impregnado bien, apaga el fuego y no tengas prisa. Dale un respiro de unos minutos para que los sabores se asienten como cuando las olas se calman en el mar. Y ahora sí, prepárate para disfrutar de esta deliciosa fideuada llena de sabor a mar y cariño.
Ahora que ya está lista tu fideuá de marisco de la abuela, toca darle el toque final. Espolvorea un poquito de perejil fresco picado, ¿quién puede resistirse a ese aroma tan fresco? Este detalle hará que tus comensales se sientan como en un restaurante de Estrella Michelín.
Además, este plato es perfecto para disfrutar rodeado de familia y amigos. ¡Qué mejor forma de compartir una comida sabrosa que con buena compañía! Te aseguro que esta receta se convertirá en una de tus favoritas para reuniones especiales. ¡Fuegos artificiales!
Preparar una exquisita fideuá de marisco de la abuela es una manera fantástica de sumergirse en los sabores tradicionales que nos trae la cocina mediterránea, esa que sabe a mar y recuerdos. Con productos de buena calidad como el arroz SOS Especial Fideuá nº3, tienes en tus manos el secreto para crear un plato que no solo saciará el hambre, sino que creará sonrisas alrededor de la mesa. Si te quedas con ganas de explorar más, échale un ojo a otras delicias como la fideuá de Gandía o la sorprendente fideuá negra, y descubre más de lo maravilloso que puede ser nuestro legado culinario.
Y si de antojos hablamos, no te puedes perder probar la paella de mariscos congelados, el arroz con espárragos trigueros y pimiento verde o la receta de arroz con almejas de la abuela. ¡Ya me contarás cuál fue tu favorita!