Te cuento algo: este arroz brut es como un abrazo al alma. La primera vez que lo intenté, pensé que no iba a ser tan espectacular, pero me equivoqué. Se trata de un arroz caldoso mallorquín, repleto de sabor y tradición, que te transportará a esos domingos familiares llenos de nostalgia y delicias. Este plato principal no escatima en cariño, con ingredientes tan reconfortantes como el pollo, panceta, hígados y la irresistible sobrasada que le da un toque único. En resumen, es un lujo para los sentidos.
Ahora, antes de liarte con esta receta, tómate un momentito para reunir todo lo necesario. Un litro de caldo de carne, 300 g de Arroz SOS Redondo, y el abanico de ingredientes frescos están a punto de convertirse en una sinfonía de sabores. La clave está en no apresurarse, respetar los tiempos y dejar que cada bocado cuente su historia frente a tus invitados. Verás cómo el aroma invade la cocina y el sabor hace lo suyo en la mesa.
Si te ha gustado esta deliciosa receta, te invito a probar el arroz con pollo y caldo o el arroz caldoso con pollo, te prometo que ambas recetas son una auténtica maravilla para el paladar.
Antes de que el ritual del chup-chup empiece, tenlo todo en orden. Al preparar un arroz brut mallorquín, no hay tiempo para dudas. Cada ingrediente es un tesoro, así que asegúrate de tener el pollo en trocitos y la panceta lista, para construir ese sabor inigualable.
El secreto está en el detalle: pica bien finita la cebolla, ralla el tomate y limpia las judías verdes. Los guisantes los dejamos para el gran final. ¿Y el caldo? ¡Caliente! Nada de caldos fríos que arruinen la magia. Ten la sobrasada a mano, lista para la acción.

Empezamos nuestra tradición mallorquina con un toque crucial: dorar las carnes. Calienta bien la sartén y añade un generoso chorro de aceite de oliva virgen extra. Pon primero el pollo, que empiece a tomar ese dorado espectacular. Dejamos que su esencia se imprima en la sartén, como cuando huele a domingo en casa.
A continuación, añade la panceta para que suelte su irresistible grasa y se torne crujiente en los bordes. Finalmente, los higaditos, que deben dorarse solo un poquito. Yo siempre los reservo para más adelante. ¿Suena bien? No limpies la sartén, que ahí sigue el tesoro líquido que necesitamos para el sofrito.

Empecemos en la sartén donde se ha cocinado la magia anterior. Ahí, echa la cebolla picada y dale tiempo para que se poche a fuego lento. Unos 20-25 minutos harán que su dulzura y ternura sean el auténtico secreto de nuestro arroz brut mallorquín. ¡No tengas prisa!
Una vez nuestra cebolla esté en su punto, añade las setas. Las shiitake son mi elección, pero no hay reglas: usa las que tengas. Sube un poco el fuego, déjalas dorarse y mezclarse con todos los sabores. La fragancia de este sofrito te transportará a un cálido domingo español.

Este paso le da al arroz brut mallorquín su toque inigualable. Toma los higaditos ya sellados y mézclalos con esa deliciosa sobrasada a temperatura ambiente. Puedes usar un mortero o cualquier aparato que tengas a mano. Lo importante es que quede una pasta sabrosa y untable: la auténtica esencia de la tradición mallorquina.
Este paté no es solo un añadido; es la verdadera estrella del arroz brut. Cuando lo vayas a añadir al arroz, verás cómo transforma el plato en una experiencia completamente nueva. No hay vuelta atrás una vez que pruebes este toque mágico, ¡hazme caso! Una cucharada y sentirás cómo todo cobra sentido.

Bien, volvemos a la cazuela donde ocurre la magia. Echa el arroz y dale un par de vueltas a fuego dulce hasta que empiece a brillar con ese toque del sofrito. Ahora, viene el momento de valentía: añade el caldo caliente y deja que lo cubra bien, pero sin pasarse, ¡que esto no es una sopa!

Sigue este ritual con amor: incorpora el paté de hígado y la sobrasada, removiendo bien para que se mezclen. Por el toque final, añade los guisantes y las judías verdes cuando quedan unos 5-7 minutos de cocción, así quedarán perfectos. Remueve ocasionalmente y deja que el arroz se tome su tiempo sin quedar seco.

Llegamos al momento en que todo cobra sentido, ese último paso que convierte al arroz brut en una delicia. Fríe la panceta hasta que quede crujiente, como si de pequeños tesoros se tratara, y guárdalos para el gran final. Añade puntos de sobrasada que se derretirán suavemente al contacto con el arroz caliente.
Sirve el arroz bien humeante y esparce esos crujientes bocados por encima. Al animarte, corrige la sal, pero cuidado, recuerda que hay ingredientes de fuerte carácter aguardando. ¡Ya lo tienes! Este arroz brut no solo es un plato principal, es una experiencia, como un abrazo mallorquín en cada bocado.

El arroz brut no es solo un plato típico mallorquín, es una receta con carácter, historia y mucho sabor. Un arroz que se cocina sin prisas, con ingredientes humildes que se transforman en oro puro en la cazuela. Y si hay un ingrediente que sostiene todo este guiso, ese es el arroz. Por eso, en casa confiamos en Arroz SOS Redondo, que aguanta la cocción como un campeón y recoge todos esos sabores intensos sin perder su textura.
¿La clave? Un buen sofrito, un caldo potente y ese punto justo de cocción. Y si encima lo acompañas con una cucharada de «paté» de sobrasada y unos chicharrones crujientes por encima… apaga y vámonos.
Si este plato te ha conquistado, te animo a probar también el arroz meloso con setas o el arroz con butifarra negra y setas. Dos opciones igual de sabrosas, que también tienen el sello de cocina con alma. Además, de paso, échale un vistazo a la receta deliciosa de arroz con pollo, descubre cómo hacer un arroz fantástico.