Mikel López Iturriaga y El Comidista son “amigos y residentes en Barcelona”. Bueno, en realidad son la misma persona 🙂

Mikel es bilbaíno, licenciado en Periodismo, y diplomado en cocina por la Escuela Hofmann. Creador y fundador (CEO que dirían algunos) de El Comidista, Iturriaga es un cocinillas apasionado de la gastronomía, la cultura y la música, que aprendió a cocinar gracias a los consejos que le daba su madre por teléfono cuando se fue a vivir sólo. Le encanta la cocina casera, que sea fácil, sin complicaciones y accesible para todo el mundo.

Mikel López Iturriaga, El comidista, nos cuenta hoy si come gratis tanto como pensamos y muchas cosas más en esta entrevista:

1. Te dedicas a algo que hace quince años no existía como «trabajo». ¿Qué opinan tus padres de tu profesión?

Tendría que preguntárselo a través de la ouija, o llamar a Aramis Fuster para que hiciera de medium… Pero así, a bote pronto, te diría que estarían orgullosos: mi madre, porque le gustaba mucho la cocina, y mi padre, por ver que me gano decentemente la vida después de haber hecho una carrera que él creía absolutamente inútil, Filología Hispánica.

2. Y hablando de abismos generacionales: ¿qué es lo que más te choca a ti de los jovenzuelos de hoy en día?

Me choca mucho el concepto tan diferente que tienen de la privacidad y de la intimidad respecto a los dinosaurios como yo. O el no-concepto, porque me da la sensación de que les importa bastante menos. Ojo: no lo digo como una crítica, sino como una observación. Odio el rollo “cualquier tiempo pasado fue mejor”: las cosas cambian, unas a para mal, y otras a para bien, y tampoco me veo en la posición de condenar nada que haga un chaval de 20 años entre otras cosas porque no conozco ni sus motivos ni su ambiente.

3. ¿Hasta qué punto te identificas con el «personaje» que encarnas en Internet?

Bueno, veo a mi personaje como una exageración de mí mismo. La base es real (soy gruñón, creo que tengo bastante sentido del humor, me gusta mucho comer), pero en Internet todo está sobreactuado para que resulte más cómico y atractivo.

4. ¿Te ha dado el mundo Internet alguna colleja inesperada?

¿Alguna? ¡Muchas! Cada vez que la cagas en un artículo o en un vídeo tienes 30 personas que te lo recuerdan. Jode mucho, pero a la larga es positivo y te lleva a no creértelo. Y también a aprender, aunque sea un poquito, de tus errores.

5. Porque, para collejas, las de tus queridos trolls: te pasas una buena porción de tu tiempo esquivando su mala baba en tu blog. ¿Te imaginabas que esto iba a ser así?

No. Nadie está preparado para enfrentarse a un aluvión de opiniones sobre su trabajo como el que yo o mucha otra gente que está en los medios vive cada día. Y lucho cada día para permanecer lo más inmune posible a ellas.

6. Tú eres periodista. ¿Piensas que tanto ‘periodista casero’ en blogs y videoblogs desprestigia tu profesión?

No. Lo que desprestigia mi profesión son otras cosas: la precariedad, la confusión entre información y publicidad, el amarillismo, la tendenciosidad, el poner la información al servicio de los poderosos, llámense políticos, instituciones o grandes marcas, en lugar de al servicio de los lectores… Creo que hay unas cuantas amenazas mil veces más graves para el periodismo que los blogs. Si te sale competencia por algún lado, lo que tienes que intentar es hacerlo mejor que ella, no empezar a lloriquear y a decir lo maligna o poco profesional que es.

7. Ya se han inventado platos especiales para fotografiar la comida en el restaurante. ¿No se nos está yendo todo esto de las manos?

Tanta foto de la comida es un aburrimiento, la verdad. Y lo digo yo que, de vez en cuando, las hago y las pongo en las redes sociales… a veces me da la sensación de que somos como los japoneses o los chinos que van a ver París y lo único que les preocupa es hacerle fotos para verlas cuando llegan a casa.

8. Actualmente hay una fascinación alrededor del mundo de la cocina. ¿Es que no triunfaría un reality sobre dentistas, por ejemplo?

Seguramente, entre el público más morboso y levemente sadomasoquista, un reality sobre dentistas lo petaría. Pero dudo que el dolor del torno pueda competir con el placer de la comida.

9. Cuando te independizaste, ¿llevabas contigo el típico cuadernito con las recetas de tu casa? ¿Y qué había dentro?

Recuerdo un cuadernito de Nesquik que no sé cómo había llegado a mis manos, en el que tenía apuntados los grandes clásicos de mi madre: el marmitako, la merluza en salsa verde, los filetes de huerta o el pisto. No sé qué fue de él… desaparecería en una de mis múltiples mudanzas.

10. Cada vez se habla más de comprar en el mercado y cocinar con cariño. ¿No es esta revolución una involución?

Cocinar con cariño me parece un poco cursi, la verdad. No veo mucho amor en quitarles las tripas a unas sardinas o en deshuesar un pollo. Comprar en el mercado me gusta más, y no lo veo como una involución. Lo que es una involución es llenar el carro con comida industrial mierdosa en el hipermercado y no volver a hacer la compra en 15 días o más.

11. Incluso los más zampones tenemos nuestras líneas rojas. ¿Qué consideras tú una aberración culinaria?

Usar lechuga iceberg en cualquier ensalada.

12. Nuestra gastronomía arrastra un inquietante legado de tópicos. ¿Crees que los estamos dejando atrás o estamos cambiándolos por otros?

Cambiándolos por otros. Pero no es algo nuevo: lleva pasando toda la vida y afecta a casi todas las gastronomías del mundo. Los tópicos tienen muchos enemigos, pero en el fondo fondo, casi siempre esconden verdades.

13. La música es a El Comidista lo que la sal a los tomates. Califica la importancia que le das a mover el esqueleto en la cocina.

“Mover el esqueleto” es una expresión que recuerda a Esteso y Pajares intentando ligar en una boite en alguna película de los setenta. Y por lo tanto, me gusta. Yo no bailo en la cocina: soy más de canturrear en plan guachiguá porque me hace más leve la (a veces) pesada carga de guisar.

14. Ya que estamos, ¿cuál sería la banda sonora perfecta para hacer un cocido Maragato? ¿Y un arroz caldoso? ¿Y una lechuga deconstruida?

El último disco de Francisco Nixon, el último de The Weeknd y el último de Belle & Sebastian. No tienen nada que ver con los platos que propones, pero tampoco hay que volverse loco con los maridajes musicogastronómicos: los tres son discos bonitos para oír mientras cocinas, y con eso vale.

15. ¿Comes gratis tantas veces como nos imaginamos? ¿Con qué tentación gastronómica se te puede sobornar?

Como gratis bastante poco, no tanto por ética, que también, sino porque me aburren muchísimo las comidas montadas para la prensa. Prefiero pagar y disfrutar de la comida con mis amistades, la verdad. En cuanto al soborno, me dejo comprar con cualquier cosita, siempre que vaya acompañada con un ingreso de varios millones de euros en mis cuentas en las Islas Caimán y un Miró para ponerlo en el baño.

16. Estás al frente de un variopinto equipo de personajes con mucha sustancia. ¿Cómo se las arregla uno para montar semejante plato combinado?

No fue nada difícil montarlo: a casi todos les conocía y admiraba de antes, y eran personas cuya manera de trabajar y de contar la comida era similar a la mía en espíritu. Gente que no se lo tiene creído, que no va de nada, que tiene sentido del humor y que está en esto porque le gusta.

17. Para terminar: si te fueras un mes de viaje a China, ¿qué le dirías a tu madre o padre que te tuviera preparado al volver?

Ostras, para esto no sé si funcionaría la ouija, porque una cosa es hablar con los muertos, y otra, que te preparen algo para comer… Pero bueno, llegado el caso, unas patatas con vainas (judías verdes) no estarían mal.

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Música y gastronomía se dan una vez más la mano. Muchas gracias, Mikel.