Madres y padres del mundo, aceptemos los hechos. Por un misterio insondable del Universo, cuando alguien deja caer la frase “hay que poner la mesa” o “hay que hacer la comida” se produce un silencio sepulcral y, de repente, la casa se queda vacía. Sin que nadie entienda cómo, a todo el mundo le surge algo urgentísimo que hacer: sacar al perro, hacer esa llamada importante que nadie se ha molestado en hacer en toda la mañana o arreglar la cisterna del baño (Sí, el virtuosismo del escaqueo llega hasta ese extremo).

Y eso cuando se intentan guardar las formas. Que a veces… ni eso. No se trata de que pongan cara de extrañeza, si les dices que antes de sentarse a la mesa hay que lavarse las manos. Como en casa te toque un jugón puede que no lo levantes del sofá y deje esa importantísima partida en la consola, de la que depende la supervivencia de la raza ante una horda de zombies, ni aunque  haya un incendio de los de verdad.

Porque toda la concentración del mundo, todos los reflejos, la coordinación de movimientos y rapidez mental necesaria para maniobrar, con el mando de la consola en las manos, desaparece ante tareas mundanas de lo más sencillas. Esa pose indolente, con la espalda y el culo soldados ante la pantalla de la tele es una fachada. En realidad el jugón es un superdotado de la supervivencia, la astucia digital y tiene las manos más rápidas que Billy el Niño, en el lejano Oeste.

Pero esas mismas habilidades, que podrían ser un tesoro, un diamante en bruto en la cocina para elaborar recetas, manipular objetos cortantes, cacerolas y sartenes calientes, tan sólo se aplican en el universo de los píxeles y los “niveles de dificultad”. A nadie se le ocurre pensar en el reto que supone cocinar, controlar el tiempo, dominar los puntos de cocción de una berenjena rellena o que no se agarre una salsa.

Por eso, padre o madre que lees esto, cuando el jugón de turno, en mitad de una batalla sin cuartel por terminar una misión consolera  pregunta “¿está ya la comida?” tienes que recordarle que, si hacer la comida fuera cosa de un videojuego, comeríais mejor que en El Celler de Can Roca. Querido jugón ¿has pensado que puedes ser un Chicote adormecido? ¿Igual eres un cocinero excelente y no lo sabes? #NoTienesQueSerTuMadre para comprobarlo, levanta del sofá, anda.