Los trucos de cocina caseros de tu madre

Tu madre cocina mejor que nadie. Y solo tú puedes desentrañar el secreto que se esconde tras semejante verdad universal, con ayuda de tu sagacidad y esta breve guía de espionaje casero.

¿Quién no ha dicho alguna vez eso de “las croquetas de mi madre son las mejores”? No lanzamos esta pregunta al aire con ánimo de generar disputas, es lo que te sale del alma cuando recuerdas las croquetas de tu madre ¿verdad?

Esta frase es capaz de hacernos salivar con ese recuerdo que sabe a calor de hogar y tardes de domingo. Y es que por mucho que hayamos intentado en nuestra casa replicar el resultado, no hay manera. ¿Qué llevarán las croquetas de tu madre, además de “amorcito del bueno”, para saber tan ricas?

Cada una o cada uno (que padres y abuelos cocinillas haberlo, haylos; cada vez más) tiene sus truquillos. Conocerlos no siempre es fácil. Para desvelar el misterio, primero hemos de saber si nuestros confidentes serán huesos duros de roer:

  • Algunas no sueltan prenda -¡ni que fuéramos espías de la KGB!- no vaya a ser que difundamos por ahí el ingrediente secreto, que solo debe transmitirse de generación a generación. ¿Qué mejor plan que ganarte su confianza y pasar una tarde juntos, con el delantal puesto, para que de una vez por todas te pase su legado?
  • Otras, en cambio, no paran de lanzarnos consejos a la mínima ocasión. Para esa raza de madres y abuelas, solo hay una manera de hacer las cosas: la suya. Pero hay una táctica que funcionará con ellas: currarse un recetario familiar que las deje con la boca abierta. Seguro que te comen a besos.

Los trucos de madre, al descubierto

Lo que está claro es que cada uno de nuestros mayores, con sus manías y sus secretos, hacen que su cocina sea especial y diferente. Y, aunque nos cueste reconocerlo, la mayoría de las veces es mejor que la nuestra. ¿Por qué será?

Estos son algunos de sus trucos más habituales. Sigue nuestra guía para destapar el modus operandi de tu madre. 5 trucos de madre para cocinar bien:

El sofrito es la base de todo. Una madre no concibe casi ninguna preparación sin un buen sofrito. En su cocina no faltan el ajo, la cebolla, el pimiento y el tomate que ayudarán a dar sabor en cualquier preparación. Ellas no suelen darle importancia cuando te cuentan una receta, pero no te dejes engañar, un buen sofrito es fundamental. Si tu madre no te lo cuenta, no te preocupes, aquí te dejamos información sobre cómo preparar un buen sofrito.

Miden a ojo. El puñado, la pizquita y el chorrito son sus medidas oficiales. Estamos ante el gran enigma de la gastronomía materna. De poco servirá que les preguntes por cantidades exactas, porque responderán: échale lo que vaya necesitando, o el famoso “harina la que admita” ¿La que admita? ¿Pero eso cuánto es? ¿Cómo sé yo lo que admite una masa? No te rindas. Espíala con sigilo para saber cómo son sus puñaditos de sal (y otros condimentos) y sé prudente a la hora de imitarla, mejor ir probando poco a poco hasta alcanzar el mejor resultado. Mientras tanto, aquí tienes un artículo sobre cómo calcular el caldo justo.

Repiten más que el ajo. Si pretendemos conseguir el sabor de nuestras madres tirando de platos precocinados, el fracaso está casi garantizado. Ellas y ellos compran casi a diario en las mismas tiendas y han repetido cientos de veces los mismos platos estrella. Cópiale los menús, detecta los ingredientes secretos, ficha a sus proveedores, y en lugar de verlo como un sacrificio, convierte el tiempo en los fogones en un auténtico placer. Todo se basa en la práctica, cuando hayas hecho 10 veces una receta te saldrá mucho mejor que la primera vez.

Manejan el cuchillo como un sicario ruso. Por no hablar de potencia a la que menean unas varillas o los malabares que son capaces de hacer con la sartén. Vamos, que son más hábiles con las herramientas que un robot de cocina multifunción. Aquí no hay trucos que valgan. El secreto está en la práctica. Eso sí, ve con cuidado y no tengas prisa, haz las cosas con pausa y si al principio necesitas usar la tabla para cortar (aunque ella no lo haga), no arriesgues y usa la tabla, ya tendrás tiempo de hacerlo como ella cuando tengas más práctica.

Se organizan y lo dejan todo impoluto. Son capaces de preparar cena para 15 y de recogerlo todo en el tiempo que tú tardarías en pelar una patata. Son rápidas, sí, pero tú eres inteligente: fíjate en el orden de sus preparaciones y repítelo. Si vas recogiendo mientras preparas y limpiando mientras cocinas, al final no tendrás una enorme montaña de cosas pendiente en el fregadero, trabajarás más cómodo y el trabajo se te hará menos pesado.

3 platos básicos para empezar a cocinar como tu madre

Una vez que hemos averiguado los ocultos procedimientos que lleva a cabo tu madre en su laboratorio secreto, digo en su cocina, toca robarle el mandil y replicarlos. Pero, ¿por qué receta empezar? Hay 3 preparaciones básicas que debes dominar antes de pasar al siguiente nivel:

1. El rebozado y el empanado son tus amigos: Un poquito de perejil picado junto a la harina o el pan rallado, y tener el aceite bien caliente marcarán la diferencia.

2. La salsita para mojar media barra de pan: Si la salsa te queda clarita y a ti te gusta “para untar”, recuerda que medio vaso de agua con un poco de maicena, hace milagros.

3. Y un último as que deberás tener en la recámara. Si te quedas con hambre, como ellas siempre dicen, hazte un huevo frito. Eso sí, con puntillita.

¿Lo tienes? Ahora has de seguir investigando. Hay tantos secretos como madres. Imposible desvelarlos todos en un solo post. Esa será a partir de ahora tu particular misión.