Reconócelo: eres de los que, tras la independencia del nido materno, un buen día dejaste de ir al mercado a hacer la compra como ella. Ha llegado el momento de coger el carrito, recuperar las buenas costumbres y redescubrir esos lugares mágicos, que guardan el sabor de lo artesano y conversaciones como las de antes.

“Llévate esta pieza de ternera que viene buenísima”. “¿A cómo van los boquerones?” O todo un clásico: “¿Quién da la vez? Si escuchas estas frases con los ojos cerrados, a lo mejor piensas que has viajado en el tiempo para regresar a la infancia, justo en el momento en el que esperabas agarrado de la mano de tu madre a que le tocase el turno en el mercado. Pero no. Estas frases pueden escucharse en pleno siglo XXI. E incluso sin ir demasiado lejos, porque nuestra geografía sigue plagada de mercados tradicionales. Y menos mal, porque son lugares más que recomendables para conseguir género rico, fresco y barato.

Es verdad que poco a poco se han ido despoblando. ¿La falta de tiempo? Basta con que vayas a ese mercado que te pilla de camino entre la parada de metro y tu casa. Te damos las claves para que disfrutes tanto la experiencia, que no renuncies por nada del mundo a tus ratitos de mercado.

Cómo ser el rey o la reina del mercado en 3 pasos:

1.  Si hace tiempo que no vas, lo primero es tantear el terreno. Conviene hacer algunas pruebas antes de elegir tus comercios favoritos, aunque siempre puedes ir de flor en flor, o de tendero en tendero. Piensa si te gusta el género, si te hacen buen precio y si tienes buen feeling con el dependiente.

Los más charlatanes disfrutarán de lo lindo porque, después de un par de veces, te llamarán por tu nombre de pila y podrás contarles hasta qué receta vas a probar esa noche.

Si eres de los tímidos, tampoco sufras. Los tenderos suelen ser bastante profesionales, lo más normal es que lo noten enseguida y se limitarán a darte su consejo de experto si se lo pides y a tratarte con amabilidad.

2. Pregunta. La clave es no tener miedo de preguntar. Pregunta precios, qué está más fresco, y hasta cuánta cantidad necesitas para una preparación determinada. Aprovéchate de que al otro lado tienes un experto en la materia. Aprenderás mucho sobre producto (y sobre la vida) hablando con un tendero.

3. Visita exprés o largo paseo: tú eliges. Depende de lo que busques. Ir al mercado con las ideas claras es una delicia, la manera de optimizar la visita y gastarse los cuartos de manera inteligente, con un montón de opciones al alcance de diferentes bolsillos.

Y si no llevamos una lista de la compra y queremos dejarnos llevar, entonces resulta toda una experiencia para los sentidos. ¿Por qué crees si no que los mercados gourmet, que imitan a los tradicionales en muchos sentidos, se han convertido en una tendencia de ocio tan fuerte?

Seguro que ya estás convencido, pero por si acaso ahí va la traca final. Ir al mercado mola porque:

●  Es ecológico: En lugar de coger el coche, vas andando (ojo, que esto también contribuye a la operación bikini) y puedes llevar tu propio carrito y tus bolsas reutilizables para no tener que usar las de plástico.

●  Es divertido: Las señoras son unas auténticas cracks, y los tenderos no les van a la zaga. Irás descubriendo el placer de pararte a saludar y charlar con los vecinos, una buena costumbre que no hay por qué perder aunque vivamos en medio de una ciudad un poco “inhumana”.

●  Es solidario: Los mercados y el pequeño comercio en general generan mucho empleo directo y el dinero circula bastante por el barrio de mano en mano antes de marcharse a otra parte. Yendo al mercado logras que tus calles estén más llenas de vida.

●  Es cómodo: en una galería tienes prácticamente de todo, desde ultramarinos hasta si me apuras un puesto de arreglos textiles donde te pueden meter el bajo de los pantalones.

●  Es barato: Sí, la pela es la pela. Y aunque se haya dicho que los mercados son más caros, en realidad, la diferencia es poca y al comprar de temporada que suele estar mejor de precio y en general desperdiciar menos (porque se compra más al día) acaba compensando.

Y es que decir mercado es casi como decir civilización. Porque no podemos entender quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos sin tener en cuenta lo mucho que nos han influido. Esperemos que además de pasado a los mercados también les quede mucho futuro.